Si eres un amante de los gatos o estás contemplando la posibilidad de incorporar un minino a tu vida, este post te dará más argumentos para considerarlo porque se está demostrando científicamente lo saludable que es la compañía de un gato.
Beneficioso para tu corazón
En 2008, un grupo de investigadores del Instituto Stroke de la Universidad de Minnesota, reveló un estudio en el que monitorearon durante 10 años el corazón de casi 4.500 personas, de las cuales 3 de cada 5 poseen gato, ¿sabes qué encontraron? Que los tenedores de gatos tienen un 30% menos de probabilidad de sufrir ataques cardíacos y enfermedades cardiovasculares.
Su ronroneo es un calmante natural para los nervios
Los estudios revelaron también que el ronroneo de un gato produce un efecto tan tranquilizante que disminuye la presión arterial y alivia el estrés.
¡Tu gato es todo un maestro zen!
¿Quieres aprender a meditar? Obsérvalo mirar por la ventana, quieto y sereno, viendo pasar las nubes frente a sus ojos, disfrutando el viento… ¿Quieres trascender en el amor incondicional? Aprende de tu gato que establece sus vínculos más profundos y duraderos a partir del respeto, el amor propio y la confianza.
Un magnífico terapeúta para la depresión
La compañía apacible del gato, que se tiende en tu regazo para que lo acaricies, disipa la soledad y es toda una terapia que produce sensaciones de bienestar y placidez. Pero además, el gato es un compañero real, necesita también de tu ayuda, así que te mantendrá un buen tiempo ocupado, cepillando su pelaje, atendiendo sus necesidades básica de aseo y alimentación, llevándolo al veterinario de vez en cuando...
Ayuda a los autistas a comunicarse mejor
Una investigación realizada en Francia en 2012 con 40 niños autistas y sus mascotas, halló que los niños autistas en estado de tranquilidad pueden socializar y comunicarse mejor y encontraron que el gato influye mucho en ello, ya que por ejemplo, cuando se acaricia un gato se libera oxitocina, una hormona indispensable para generar sensaciones de confianza, amabilidad, amor.
Definitivamente… ¡Qué vivan los gatos!
Escrito por:
Ana Gallo. Etóloga