Aprende a detectar los signos de dolor en tu gato, usando tu observación. En 2016, el equipo liderado por la doctora Isabella Merola y el profesor Daniel Mills de la Universidad de Lincoln, publicaron un estudio en el que compilan los signos o señales universales de comportamiento, que nos permiten hacer una evaluación inicial y detectar si el gato está sufriendo una dolencia y es momento de actuar para ayudarlo.
¿Cuáles son estos signos?
El estudio que tuvo varias rondas de análisis y de las cuales se anotaron más de 90 signos, concluyó que los siguientes 23 son suficientes para indicar el dolor cuando ocurre, aunque no necesariamente presentes en toda condición dolorosa y como es lógico, siempre será indispensable evaluar a la luz del contexto, cualquier señal:
1. Cojera
2. Dificultad para saltar
3. Camina con anormalidad
4. Está reacio a moverse
5. Reacciona al palparle alguna parte del cuerpo
6. Se aísla o esconde más de lo habitual
7. Falta de acicalamiento
8. Se lame excesivamente una misma parte del cuerpo
9. No demuestra motivación para el juego
10. Hay disminución de su actividad en general
11. Falta de apetito
12. Cambios en su conducta alimentaria
13. Cambio drástico de peso
14. Se frota menos contra las personas
15. Se muestra decaído
16. Se muestra irritable
17. Permanece cabizbajo
18. Permanece agazapado
19. Blefaroespasmo (temblor de los párpados)
20. Evita los lugares más luminosos
21. Gruñe
22. Tiene quejidos o vocalizaciones inhabituales
23. Ojos cerrados
¿Por qué es tan importante agudizar nuestra observación?
El estudio argumenta 3 razones fundamentales:
1. Porque el dolor es una experiencia multidimensional que involucra mucho más que la simple sensación, abarca dos dimensiones: la sensorial (intensidad, ubicación y duración) pero también la emocional (o estado anímico).
2. Porque la observación del comportamiento es una forma no invasiva y eficaz por la cual el dolor puede ser fácilmente investigado por diferentes personas (médico, cuidador, propietario) en diferentes contextos ( casa o clínica).
3. Porque los propietarios no siempre reconocen la relevancia clínica de la situación del gato ya que pueden juzgarla simplemente como una parte inevitable del envejecimiento natural del animal y por eso no lo reportan al veterinario como una preocupación o al menos no hasta que la situación se agrava.
Obviamente, para quienes no somos médicos, no se trata de usar estos signos o señales como método de diagnóstico y prescripción, sino como una herramienta inicial válida precisamente para “no perder tiempo” y llevar de inmediato a nuestros bigotudos con su médico veterinario.
Resumen del estudio en: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0150040
Escrito por:
Ana Gallo. Etóloga U del CES.
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