Para llegar a deprimirse, tu gato tiene que haber pasado por un evento o estar viviendo una situación tan estresante, que desencadena el cuadro depresivo, por eso la mayoría de sus causas confluyen en: un cambio drástico en las rutinas del gato.
Causas frecuentes de depresión felina:
La falta de libertad: con esto no nos referimos necesariamente a dejar salir de casa a nuestros mininos, hablamos de la libertad dentro de tu propio hogar, ¿cuán restringido vive tu gato para llevar a cabo su felinidad? ¿Tu gato se puede mover con libertad y confianza por la casa o permanece encerrado en un pequeño espacio dentro de ella? ¿Puede trepar y rasguñar con libertad, tiene los objetos adecuados para hacerlo, tiene donde esconderse, le propones juegos para que practique sus instintos de exploración y caza?
Pasar mucho tiempo solo: es bien sabido que el gato posee una personalidad más independiente en comparación por ejemplo con el perro, pero el gato también es sociable, si no lo fuera no sería una especie doméstica. Compartir con las personas de casa, sobre todo con quien ha desarrollado un vínculo afectivo más fuerte, es vital para el gato, así como percibir que cada día hay alguien que lo atiende, lo consciente, se ocupa de sus necesidades vitales, se percata de cómo está, juega con él.
Una mudanza: si para nosotros los humanos cambiar de casa es estresante y temporalmente nos desubica, para el gato ni se diga, recuerda que es un animal territorial, mudarse de casa es para él perder su territorio y comenzar de cero con todo lo que le implica reconocer el nuevo lugar, analizar sus peligros y volverlo a marcar para poder sentirse seguro otra vez.
La llegada de un nuevo miembro a la familia y si se trata de un nuevo gato, más estresante aún por la misma razón anterior, ¡su instinto territorial! La llegada del nuevo integrante produce cambios dentro del hogar, cambios en las rutinas, en la atención que el gato recibía y que probablemente ahora estará dirigida al recién llegado.
Una enfermedad: tanto el estado depresivo puede acarrear enfermedades físicas como al revés, la evolución de una dolencia o enfermedad puede deprimir a tu gato, volverlo irritable, reacio a comer, moverse, jugar, dejarse acariciar…
Un episodio traumático: el ataque de otro animal, una situación de maltrato, la pérdida de su amo o de un miembro de su manada pueden ser situaciones tan estresantes que producen un trauma nervioso en el gato y toma tiempo y requiere ayuda recuperar la tranquilidad y el ánimo.
La falta de estímulos: el gato es un animal tranquilo y bastante dormilón, pero dentro de él hay un felino innato que también necesita explorar, cazar, descubrir cosas nuevas, vivir retos. Si en casa no se mueve ni una hoja y el ambiente permanece estéril, inmóvil y sin novedad, el gato se aburre y el aburrimiento prolongado lo deprime.
Indicios de gato deprimido:
- Si se muestra apático a jugar, moverse e incluso reaccionar ante sus galletas o lata de comida preferida.
- Si está inapetente y notas que pierde peso.
- Si está más dormilón que de costumbre y prefiere esconderse, alejarse o estar en lugares diferentes a donde solía dormir.
- Si pasa más quieto de lo normal, casi no se acicala y su pelaje luce descuidado.
- Si tiene vocalizaciones extrañas (maullido raro).
¡Llévalo con su médico veterinario!
Y como lo primordial es prevenir...
Recuerda lo que dijimos al comienzo, todo cambio abrupto en las rutinas de tu gato puede desencadenar depresión, así como toda falta de libertad y estímulos. Por eso, si adviertes un cambio al cual tu gato estará sometido próximamente, la clave es introducir al gato progresivamente en dicho cambio, la orientación de un etólogo en los procesos de mudanza, viaje prolongado, llegada de nuevo miembro a la familia o duelo, ¡es de gran ayuda!
En cuanto a los estímulos y libertad recuerda que el enriquecimiento ambiental es esencial para la salud mental y física de cualquier gato doméstico y constituye la terapia por excelencia tanto para prevenir como para corregir problemas de conducta y aburrimiento del gato. Es indispensable que el gato sienta que puede y tiene con qué, dónde y con quien desarrollar sus instintos fundamentales, elementos suficientes donde rasguñar, con qué jugar y que a través del juego estimulemos su olfato rastreador, su instinto de explorar, escudriñar y descubrir cosas y olores nuevos, que pueda saltar, estar alto, esconderse, tomar aire y sol...
Por último y no menos importante, una alimentación de alta calidad y la visita regular al veterinario así tu gato no se vea enfermo, nos ayuda a preservar la salud de tu bigotudo.
Escrito por:
Ana Gallo. Etóloga U del CES.
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